martes, 2 de agosto de 2016
Suenan
Escarchadas las ventanas
de esta morada llena de vida,
que alguna vez lo fue.
Escarchadas por el frío gélido
del doloroso silencio
en mí escondido.
Suenan y rechinan los dientes
que no se mueven
y ensordecen con poder.
Suenan y rechinan las vértebras
de lo que alguna vez fui.
Se desgarran las vestiduras
de la persona oculta que veo morir.
Se desgarra el alma rota
de la ilusión abandonada
que oí gemir.
Erizada la columna
de la nada misma
que elegí sentir,
torcido el tronco
de la espalda curva
que escuché rugir.
Escarchadas las ventanas
de mis órganos visuales
que en el frío suenan,
mueren y vuelven a vivir.
Escarchadas por el frío gélido
de la soledad infinita,
de la morada rota,
que no pude reconstruir.
Suenan las vértebras.
El hielo en el espejo se quiebra
y suena al caer,
en los confines del mundo secreto
que alguna vez habité.
Suenan las ventanas,
rechinan los dientes,
cobran vida las sombras
y resuenan sobre el helado parqué.
Suenan y rechinan los dientes,
que no se mueven
y ensordecen con poder.
Suena y rechinan las vértebras
en lo más hondo de mi ser.