miércoles, 13 de mayo de 2015

                  ~ Papá Bebé ~                  

De la sencillez, del brillo de ojos 
hoy invisbles, hoy tan ciertos.
De las manos ásperas y secas
de una piel que nunca fue otra.
De la comisura de la boca
en la sonrisa que jamás presenciaré. 

De montañas y valles fértiles de tu inmesidad, 
de la pequeñez rasposa del desierto de tu vida.
De océanos muertos, 
del triste y maravilloso espectáculo
de seguir siendo
sólo un espectador.

De la anarquía ilógica de este escrito sin secuencias, 
del sentimiento en abudancia que hoy me innunda.
De los cielos y la casa que desvanecieron con tu ida, 
de la alegría del cielo por tener tu sonrisa.

Aprendiendo a aprender
de lo que tengo y siempre fue.
Obviando la razón, 
embebida en la fe que nos permite ser.
Elijo ser, ser en fe.

¿Qué más da otro racionalismo irracional 
sobre la inmesidad omnipotente humana?
Aprendiendo a aprender,
de los cielos y montañas,
de tu cuerpo en mi memoria.

De los ojos dulces de miel clavados en mi retina,
de esta pobre elocuencia poco puesta en práctica.
De tu voz y gritos insonoros que en mí habitan.
De los árboles y flores que evocan tu risa.

De esta pequeña humadidad, 
de tu inmensa humanidad hecha memoria. 
De tu caricia justa y tu perfecto silencio.
De tu fidelidad y seguridad 
en lo que siempre afirmabas con fervor.

Aprendiendo a ser, 
sin poder tenerte. 
Aprendiendo a aprender
de verte en los confiables 
confines de esta simple humanidad mía.